Autor: Marley
Siento, cuando me levanto, que sólo despierto
para afligir mis temores y no puedo avanzar el tormento que me martiriza, nunca
se da prisa, es difícil soportar; mis sentimientos terminan hechos trizas entre
escombros y cenizas, ya no puedo más. Tengo muchas ganas de encerrarme en un
cuarto oscuro y comprender para qué llegué a este mundo, o si realmente nací
para ser un méndigo preso; neta que yo mismo me sacó de onda y me enojo muy feo
porque siempre hago lo incorrecto.
Hoy temprano miré al cielo y el brillo del sol
con las nubes, penetraron lo profundo de mi alma y pensé lo siguiente: “de qué
sirve todo eso, el aire que respiro, la luz y el calor del sol, incluso el
sonido y el cantar de los pájaros; me pregunto para quién cantarán ellos o qué
se sentirá tener alas y volar muy alto”. Pero en fin, eso ya es parte de mi
locura, tengo muchos sueños en la vida pero ninguno de ellos pueden romper las
cadenas de mi alma y las rejas que apresan mi cuerpo mortal. Para qué el
esfuerzo, yo me pregunto, si soy tan falto de entendimiento que nunca puedo
retener lo mejor de ello y lo tiro a la basura.
No existe nadie que pueda sacarme del mundo de
la oscuridad. Qué pensará Dios de mí allá en el cielo donde todo es perfecto y
no hay dolor, acaso el mal, o bien dicho el diablo, está contento por
permitirle arruinar mi vida y lo más valioso que es mi juventud. En fin, todo
lo que es, ya es, y todo lo que existe no me importa; mis padres y toda mi
familia, ellos jamás comprenderán el gran dolor que existe en mi corazón.
Me considero peor que un pinche perro, ellos
suelen vivir mejor que yo pero, qué importa eso, si lo único que quiero en la
vida son dos cosas: ser libre o, de plano, ser preso y mandar todo a la
chingada y mejor que me castiguen, pero como no alcanzaré mi libertad
conseguiré un castigo.
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