Autor: "El Marley"
“Había, en un pueblo llamado Altamirano, un
morro que nació en una familia de clase media. El morro tenía primos; pero
sobre todo, tenía primas guapas; es decir, primas sabrosotas. El morro creció
con la idea de ser un abogado; pero nunca se imaginó que el paso de la vida,
una broma le estaba jugando.
“Un día el morro se preguntó ‘¿Por qué a mi papá
no lo conozco y por qué mi mamá me abandono [sic] con mis tíos?’
“El morro empezó —el muy cabrón— a ganarse la
confianza de sus primas, y el día que logró la total confianza de las güeras,
le entró su mamada de manosear a su prima. Pero la nena, un poco roñosa, quería
que la cogiera, y en el transcurso del intento, el morro vio una carota de vaca
enojada que llevaba rato espiando: era la mamá de la nenita.
“Ésta ñora [sic], muy enojada, echó de la casa
al morro o sea su sobrino; no le importo [sic] si comía, qué tenía para vestir.
El morro, muy abusado, pedía alimento en las casas pero se dio cuenta que era
un pueblo muy pobre y se preguntó ‘¿Qué hago yo solo aquí, sin zapatos, sin
comida ni abrigo? Necesito alguien a mi lado, de plano, porque me encuentro tan
solo y jodido’.
“-Cómo me gustaría —dijo el morro— tener una
casa y unos padres que me den amor como tantos niños más.
“El morro se enojó muy gacho con la vida y llenó
de rencor su pobre corazoncito.
“-Cómo no me muero para no seguir sufriendo —dijo
con lágrimas en los ojitos.
“Un día, caminaba por un callejón y unos morros
medio locos lo toparon, pero los otros morros nunca pensaron que éste [sic]
mentado Solín era cabrón para los vergazos y en cuanto lo insultaron y trataron
de lastimarlo, el morro agarró unas piedras y se defendió como pudo; pero estos
morros llenos de enojo, porque sólo [sic] un morro los había arranado, pidieron
paro para partirle la cara al pobre niño que sin querer se metió por el callejón
que le cambiaría totalmente su pobre vida. El morro iba caminando, ya no
llorando sino nervioso y asustado por lo que pasó con los morros que según eran
gandallas, cuando de pronto y sin querer, el morro miró hacia atrás y vio cómo
seis cabrones venían contra él.
“El morro se llenó de miedo al ver que venían
contra él, así que se puso a correr y se perdió y se detuvo hasta que no vio más
a los que le agredían; así que se tranquilizó. Siguió caminando cuando de
pronto llegó a una terminal de camiones y sin saber nada, el muy cabrón se metió
a un camión a robar comida, pero un bato lo vio y el morro se asustó y se
escondió, pero pasó algo que no se imaginaba en su inocente vida.
“Se durmió sin querer, yo creo que el pobre
estaba tan débil que nos e dio cuenta a qué hora se durmió, sólo sabe que
cuando lo despertaron, el chofer le preguntó ‘¿Dónde están tus padres, te
olvidaron aquí en el camión?’
El morro, con cara de inocente le dijo al
chofer: ‘Yo no tengo familia soy un niño solo, olvídeme’ y el chofer llenó de
lagrimas [sic] sus ojos y abrazó al morro que ahí estaba, chorreado y
hambriento”.
Escrito publicado en el libro: Desde la Cárcel te cuenta un Adolescente. (2009).
México: Proyecto DIFA, Alternativas y Actualización, Asociación Civil/INDESOL, pp. 111-112.
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